Desde que se establecieron objetivos económicos que respondían a un proyecto político nacional y popular, se pudo demostrar que la economía no solamente es una ciencia social, sino que se encuentra al servicio de los sectores populares.
Durante décadas, la dominación cultural logró penetrar en el inconciente colectivo determinando que nosotros, los argentinos, eramos beneficiarios de la economía y no titulares de derecho como sujeto y objeto de la ciencia económica en nuestro país.
En virtud de esto es menester siempre refrescar de donde surgimos y, sobre todo, cual fue el punto de quiebre en la concepción de la economía en nuestro país.
Tres momentos de crecimiento de una economía nacional y popular a lo largo de los últimos cien años.
- A partir de 1916 y hasta 1930, con el gobierno de Hipólito Yrigoyen
- Desde 1946 y hasta 1955, con el gobierno del General Perón
- Desde el 2003/2004 hasta nuestros días, con el gobierno de Néstor Kirchner primero y luego de Cristina Fernandez de Kirchner.
Estos tres gobiernos tuvieron una actitud fundamental frente a la economía: llevaron adelante un fuerte poder político que doblego al poder económico haciéndolo entrar en el proyecto nacional y popular. Y esto tuvo como reflejo el crecimiento.
Pero ¿Por qué denominamos círculo virtuoso?
El rol activo del Estado toma un protagonismo fundamental, pues la generación de respuesta e inclusión a las políticas destinadas al pueblo genera un movimiento ascendente en la actividad económica. Y esto no es nuevo: basta con analizar la política económica llevada adelante entre 1946 y 1955 para saber que el virtuosismo se origina en la felicidad del pueblo. La generación de puestos de trabajo y el aumento del salario, lejos de generar inflación lo que provoca es una presión de la demanda que dignifica al pueblo en su conjunto y obliga a los sectores productivos a esmerarse por satisfacer a todos. Pero en este sentido, también el rol del Estado es fundamental: no podemos dejar la producción sin ningún tipo de regulación y para esto contamos con varias herramientas: políticas activas para la generación de microempresas y fomento y creación de PYMES, un sistema de control de importaciones que nos permite determinar si existe dumping con el consiguiente efecto de respaldo a la industria nacional, y la vocación desde el Estado de controlar los precios para evitar una escalada solamente por una maniobra especulativa de los sectores industriales.
Distinto es el caso del campo: nuestro país es generador de productos agropecuarios y en este sentido, el Gobierno de Cristina Fernandez puso reglas del juego claras, aun tras el duro revés de la 125: fomentamos aquellos productos que nosotros deseamos, establecemos aranceles a las exportaciones a los otros comodities que consideramos que tienen un importante valor adicional por los precios internacionales y ademas, fijamos cupos para evitar el desabastecimiento interno.
En el 2003, la gestión recibió un país destruido, con una deuda externa superior al 110% de su PBI, con los índices de desocupación, pobreza e indigencia más altos de toda la historia. Los argentinos no solamente hemos sobrevivido a lo que los libros de historia van a denominar como la más importante crisis de la historia, sino que además, recuperando la soberanía en la toma de decisiones económicas surgidas de la soberanía política, generamos un círculo virtuoso que, en los ciclos económicos recién comienza. Basta solamente con ver donde estamos hoy. Sin olvidar nunca de donde venimos.
Gabriel Monzón: Ex Secretario Técnico y actual Director del Comité Técnico de la Confederación de Parlamentos Americanos (COPA)
lunes, 23 de mayo de 2011
Trazabilidad, ¡Nada menos...! - Por Alicia Kirchner
El sistema, anunciado con la promulgación de la Ley de Medicina Prepaga, permitirá controlar la producción y distribución de medicamentos para evitar maniobras de falsificación y adulteración. Un programa clave. El Programa de Trazabilidad de Medicamentos que anunció nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner es la respuesta madura de un Estado responsable para combatir la adulteración de medicamentos, pero sobre todas las cosas, es la comprobación de como se considera a la Salud como un derecho. Como dijera la Presidenta durante su discurso, “los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a la Salud, y nosotros a garantizarla”. La trazabilidad es el seguimiento histórico y en tiempo real de la localización de un producto, desde su elaboración, empaquetado, distribución, almacenamiento, etc., hasta llegar a las manos del paciente. ¿Por qué trazabilidad? Existen medicamentos que son de muy alto costo, que tienen incidencia directa en el tratamiento y la sobrevida de los enfermos, como es el caso de los oncológicos, hematológicos, para el HIV/Sida, reumatológicos, etc. Cualquier adulteración o falsificación pone en riesgo la eficacia de un tratamiento y hasta una vida. La trazabilidad es una respuesta de avanzada para conocer en tiempo real por dónde transitó y en dónde se encuentra cada medicamento, tanto por las autoridades sanitarias y los efectores como por la población; y que antes de utilizarlo se pueda corroborar la veracidad y cuidado que tuvo desde su manufactura. La implementación será por etapas, dada la complejidad de los instrumentos necesarios. Se comenzará por los medicamentos de alto costo y baja incidencia, pero como expresara la Presidenta: “Mi idea es que (…) se extienda a la totalidad de los medicamentos, incorporando la digitalización de las recetas médicas”. La información que se obtenga a partir de este programa no sólo permitirá tener un control completo de los diversos actores del Sistema de Salud, sino que también aportará datos esenciales que serán el insumo ideal para la toma de decisiones con más fundamentos. Otro aspecto relevante, además de darle “mucha transparencia al sistema”, es la participación de todos los ciudadanos, que podrán, mediante herramientas al alcance de su mano, “saber que el medicamento que está recibiendo, no solamente no está vencido, sino que no ha sido robado, no ha sido adulterado, y evidentemente pertenece al laboratorio que está impreso el medicamento que va a tomar”. Este programa de avanzada ha sido reconocido por Mirtha Roses, Directora General de la Organización Panamericana de la Salud. Se inscribe en la aparición de una mirada estratégica en el sector Salud, que va de la mano con la compra coordinada en manos de Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Salud y el Pami. Es decir, el Estado Nacional, el principal comprador de tecnologías y medicamentos en salud, puede definir el precio patrón con sus compras. Es de destacar, con estas acciones de un Estado presente, con participación Ciudadana, en consolidación de un País en serio, lo que definía la Sra. Presidenta al final de su exposición por cadena nacional: “Esto también demuestra que a medida que un país se va ordenando y organizando, comienza a surgir el abordaje de los temas pendientes. En este caso, trazabilidad de medicamentos, regulación de prepagas, gestión inteligente del Estado para logra mejor posición, mejor obtención de precios y mejor calidad en la salud y así en todas las áreas”. No casualmente estas medidas se realizaron en conjunto con la promulgación de la Ley de Medicina Prepaga. Los tres subsectores del Sistema de Salud Argentino, el público, las Obras Sociales y la Medicina Prepaga, son regulados para garantizar, desde el Estado Nacional, que todos los argentinos accedamos cada vez más, a una atención de salud de buena calidad, segura, eficiente y solidaria, para poder garantizar la inclusión de todos y todas. Un Proyecto de país para todos nos exige una salud para todos y de calidad, porque entendemos que la salud es un derecho humano fundamental donde requiere un Estado presente activo y promotor para garantizarlo. Nunca menos, más salud. Alicia Kirchner - Ministra de Desarrollo Social de la Nación |
sábado, 14 de mayo de 2011
“Con nuestro gobierno sí se come, sí se cura y sí se educa”
Fuente Diario "El Pueblo Nuevo"
“Con nuestro gobierno sí se come, sí se cura y sí se educa”
El economista Gabriel Monzón, que es virtual enlace al ministerio que conduce Alicia Kirchner con el Senado de la Nación, se refirió al espíritu de los militantes del Frente para la Victoria al señalar que “Esta militancia surge en mayo del 2003, cuando el país estaba en llamas. Tenemos que acordarnos de esto y tenemos que ver como estamos hoy.”
“A todos los sectores que no pueden entender al kirchnerismo les vamos a demostrar que este no es un gobierno que se queda en las declamaciones, sino que es un gobierno peronista y sabemos bien que mejor que decir es hacer. Podemos decir frente a algunos espacios que hoy se lamentan, que la diferencia fundamental con ellos es que nosotros queremos que el pueblo sea feliz, porque como decía Perón la acción de gobierno tiene dos ejes fundamentales, el primero es hacer al pueblo feliz y el segundo es hacer grande al país, y nosotros estamos consiguiendo que el pueblo sea feliz y engrandeciendo el país día a día” prosiguió Monzón.
“La segunda diferencia es que como nosotros actuamos en vez de proclamar, podemos decir con orgullo que con nuestro gobierno sí se come, sí se cura y sí se educa. El ascenso social que hemos tenido desde el 2003 hasta ahora no tiene parangón en la historia de la Argentina. Pero las elecciones se ganan cuando se termina de contar el último voto y nosotros no podemos darnos el lujo de pensar que ya están ganadas. Tenemos que seguir en una lucha permanente porque el enemigo está agazapado.”
El economista que además ejerce la Secretaría Técnica de la Confederación Parlamentaria de las Américas precisó que “este gobierno puso en el tapete las discusiones que nosotros teníamos pero que ya eran sueños de café y este gobierno está haciendo realidad esos sueños. Desde la Corriente de Liberación e Integración Nacional (Colina) vamos a brindarle el total apoyo a la gestión de los compañeros para que a través de esa gestión podamos demostrar que hay otra forma de hacer política, que no es la que nos vende la derecha que hoy está asustada.”
“Hoy es la primera vez en la historia donde nadie se pelea por ser jefe, todos se pelean por ser segundos. Todo el mundo quiere ser vice de alguien, nadie quiere encabezar, y eso también lo tenemos que medir porque el hecho de que nos tengan miedo no significa que están parados enfrente. Lo que nosotros hoy estamos llevando adelante indudablemente es la reforma y la consolidación de un proyecto revolucionario que comenzó en mayo del 2003” subrayó.
Finalmente Monzón señaló que “Creo que no hay un proyecto alternativo. Hay un proyecto vigente y del otro lado un montón de tipos que no quieren que se lleve adelante pero sin proyecto propio. Por otro lado no pueden tapar el sol con la mano, y la forma que tenemos de ejercer el poder es solucionando los problemas de la gente. La oposición quiere ejercer el poder para satisfacer a las corporaciones. Son los voceros de las corporaciones por lo que no tienen un proyecto propio sino el de algunas corporaciones, pero no lo pueden poner de frente porque realmente son cobardes.
La oposición no quiere ponernos un referente enfrente porque tienen miedo de discutir.”
“Con nuestro gobierno sí se come, sí se cura y sí se educa”
El economista Gabriel Monzón, que es virtual enlace al ministerio que conduce Alicia Kirchner con el Senado de la Nación, se refirió al espíritu de los militantes del Frente para la Victoria al señalar que “Esta militancia surge en mayo del 2003, cuando el país estaba en llamas. Tenemos que acordarnos de esto y tenemos que ver como estamos hoy.”
“A todos los sectores que no pueden entender al kirchnerismo les vamos a demostrar que este no es un gobierno que se queda en las declamaciones, sino que es un gobierno peronista y sabemos bien que mejor que decir es hacer. Podemos decir frente a algunos espacios que hoy se lamentan, que la diferencia fundamental con ellos es que nosotros queremos que el pueblo sea feliz, porque como decía Perón la acción de gobierno tiene dos ejes fundamentales, el primero es hacer al pueblo feliz y el segundo es hacer grande al país, y nosotros estamos consiguiendo que el pueblo sea feliz y engrandeciendo el país día a día” prosiguió Monzón.
“La segunda diferencia es que como nosotros actuamos en vez de proclamar, podemos decir con orgullo que con nuestro gobierno sí se come, sí se cura y sí se educa. El ascenso social que hemos tenido desde el 2003 hasta ahora no tiene parangón en la historia de la Argentina. Pero las elecciones se ganan cuando se termina de contar el último voto y nosotros no podemos darnos el lujo de pensar que ya están ganadas. Tenemos que seguir en una lucha permanente porque el enemigo está agazapado.”
El economista que además ejerce la Secretaría Técnica de la Confederación Parlamentaria de las Américas precisó que “este gobierno puso en el tapete las discusiones que nosotros teníamos pero que ya eran sueños de café y este gobierno está haciendo realidad esos sueños. Desde la Corriente de Liberación e Integración Nacional (Colina) vamos a brindarle el total apoyo a la gestión de los compañeros para que a través de esa gestión podamos demostrar que hay otra forma de hacer política, que no es la que nos vende la derecha que hoy está asustada.”
“Hoy es la primera vez en la historia donde nadie se pelea por ser jefe, todos se pelean por ser segundos. Todo el mundo quiere ser vice de alguien, nadie quiere encabezar, y eso también lo tenemos que medir porque el hecho de que nos tengan miedo no significa que están parados enfrente. Lo que nosotros hoy estamos llevando adelante indudablemente es la reforma y la consolidación de un proyecto revolucionario que comenzó en mayo del 2003” subrayó.
Finalmente Monzón señaló que “Creo que no hay un proyecto alternativo. Hay un proyecto vigente y del otro lado un montón de tipos que no quieren que se lleve adelante pero sin proyecto propio. Por otro lado no pueden tapar el sol con la mano, y la forma que tenemos de ejercer el poder es solucionando los problemas de la gente. La oposición quiere ejercer el poder para satisfacer a las corporaciones. Son los voceros de las corporaciones por lo que no tienen un proyecto propio sino el de algunas corporaciones, pero no lo pueden poner de frente porque realmente son cobardes.
La oposición no quiere ponernos un referente enfrente porque tienen miedo de discutir.”
martes, 10 de mayo de 2011
¿De qué país venís?
Por Alicia Kirchner
Podríamos empezar este relato con un “Había una vez...” pero esto que les voy a contar no forma parte de ningún cuento, es parte de una historia con una protagonista que se llama Ludmila. La conocí en el 2005, cuando tenía ocho años. Me miraba con ojos asombrados cuando empecé a caminar por las calles de tierra de Apipé, una pequeña isla de Corrientes, a pocos kilómetros de la central hidroeléctrica de Yacyretá.
Fui allí a verificar una injusticia. Seguramente Ludmila no percibía cabalmente su situación, porque además su existencia estaba resumida a su pueblo, San Antonio, con algunos cientos de habitantes y muchas carencias, de esas que indignan. Por eso, su pregunta ante mi visita: “¿Vos de qué país venís?” (Argentina o Paraguay).
Ludmila hoy tiene 14 años. Sigue viviendo en Apipé y desde aquel momento, al pueblo y a su gente, les pasaron muchas cosas, como al país en estos últimos ocho años. Y no casualmente, ella recibió hace unos días una de las 400 notebook que entregamos en el marco del programa Conectar Igualdad.
No hay casualidades, sí causalidades, porque en ese momento ya habíamos empezado, con Néstor Kirchner y hoy con la presidenta Cristina F. de Kirchner, a cambiar el país. No era posible que muy cerca de una de las centrales hidroeléctricas de la subregión, esos argentinos no tuvieran luz, agua corriente, y sobre todo, que fueran menos que inquilinos en las tierras que los vieron nacer y que trabajan.
Nos metimos de lleno con el programa Mi Pueblo y después con el AHI, en el lugar. En el lugar donde están los problemas, donde sucede la vida, donde ni siquiera en sueños se imagina a las grandes ciudades, o a las no tan grandes, pero con algo de desarrollo. Por eso el “vos de qué país venís” de Ludmila.
Es por eso que insistimos tanto en que la pobreza es mucho más que un problema de ingreso económico y la distribución de la riqueza es mucho más que una transferencia de ingresos. Se trata de cambiar la calidad de vida. Una calle mejorada o asfaltada, una canilla –aunque sea una sola canilla– en la casa cambia. Y si la vivienda precaria cambia por fuera, también cambia por dentro, porque se transforma la vida de los que la habitan. El prender y apagar la luz, tan naturalizado para la mayoría de los argentinos, no era patrimonio de los vecinos de Apipé. Es más: hoy Ludmila se acuerda de mí como la señora que prendió la luz en el pueblo. Para los vecinos de Apipé significó un salto cualitativo, como también lo es para muchos argentinos a los que con obras de infraestructura y equipamiento les estamos cambiando su calidad de vida. Existen sectores políticos que no han tomado conciencia de ello, y nos critican hablando de pobreza, y curiosamente a muchos de ellos les fastidia ver pobres.
Agua potable, luz eléctrica, cloacas, escuelas, centros asistenciales, transporte y sobre todo trabajo forman parte de los derechos humanos inalienables. No importa dónde están los argentinos, importa cómo están. Por eso nuestra política es de equidad territorial centrada en la persona.
Yo fui a Apipé a cumplir con una obligación de Estado y a dar una respuesta a una violación a los derechos humanos de argentinos, algunos de los cuales, como Ludmila, no sabían que lo eran. Ludmila, como otros chicos y chicas correntinos de Apipé, ahora van a estar conectados con la Argentina y el mundo y a hacer realidad su proyecto de vida.
Ahora hay luz eléctrica en la isla Apipé. La provee la Entidad Binacional. Ya hay más de 40 kilómetros de caminos rurales y se equiparon las escuelas, a una de las cuales concurre Ludmila. También tienen ahora un transporte fluvial gratuito para cruzar hasta la correntina Ituzaingo. Se dio apoyo a proyectos productivos para jóvenes y se brindó acceso a pensiones no contributivas y a la Asignación Universal por Hijo para la protección social. Se compraron 150.000 mil metros cuadrados de tierra para que las familias puedan construir y ser propietarias. Además se realizaron 41 perforaciones para pozos de agua. Se trabaja con distintas acciones sociales y de salud y está en formación una mutual de jóvenes y todavía falta mucho por hacer.
Sin embargo, aún conviven, al decir de los vecinos, algunas prácticas de quienes no honran sus cargos, se creen los patrones y pretenden alterar con averías el pago de una lancha que es gratuita, o el alquiler del tractor que es una donación y otras mezquindades que son denunciadas. Ello es parte del país que estamos dejando atrás desde 2003.
Conocer la realidad es avanzar sobre el contexto. Es plantearse la transformación para que las semillas germinen sin fertilizantes importados. La nueva cuestión social es inversión más desarrollo humano. Y sobre todo responsabilidad social gubernamental. Esto es un Estado Presente.
Podríamos empezar este relato con un “Había una vez...” pero esto que les voy a contar no forma parte de ningún cuento, es parte de una historia con una protagonista que se llama Ludmila. La conocí en el 2005, cuando tenía ocho años. Me miraba con ojos asombrados cuando empecé a caminar por las calles de tierra de Apipé, una pequeña isla de Corrientes, a pocos kilómetros de la central hidroeléctrica de Yacyretá.
Fui allí a verificar una injusticia. Seguramente Ludmila no percibía cabalmente su situación, porque además su existencia estaba resumida a su pueblo, San Antonio, con algunos cientos de habitantes y muchas carencias, de esas que indignan. Por eso, su pregunta ante mi visita: “¿Vos de qué país venís?” (Argentina o Paraguay).
Ludmila hoy tiene 14 años. Sigue viviendo en Apipé y desde aquel momento, al pueblo y a su gente, les pasaron muchas cosas, como al país en estos últimos ocho años. Y no casualmente, ella recibió hace unos días una de las 400 notebook que entregamos en el marco del programa Conectar Igualdad.
No hay casualidades, sí causalidades, porque en ese momento ya habíamos empezado, con Néstor Kirchner y hoy con la presidenta Cristina F. de Kirchner, a cambiar el país. No era posible que muy cerca de una de las centrales hidroeléctricas de la subregión, esos argentinos no tuvieran luz, agua corriente, y sobre todo, que fueran menos que inquilinos en las tierras que los vieron nacer y que trabajan.
Nos metimos de lleno con el programa Mi Pueblo y después con el AHI, en el lugar. En el lugar donde están los problemas, donde sucede la vida, donde ni siquiera en sueños se imagina a las grandes ciudades, o a las no tan grandes, pero con algo de desarrollo. Por eso el “vos de qué país venís” de Ludmila.
Es por eso que insistimos tanto en que la pobreza es mucho más que un problema de ingreso económico y la distribución de la riqueza es mucho más que una transferencia de ingresos. Se trata de cambiar la calidad de vida. Una calle mejorada o asfaltada, una canilla –aunque sea una sola canilla– en la casa cambia. Y si la vivienda precaria cambia por fuera, también cambia por dentro, porque se transforma la vida de los que la habitan. El prender y apagar la luz, tan naturalizado para la mayoría de los argentinos, no era patrimonio de los vecinos de Apipé. Es más: hoy Ludmila se acuerda de mí como la señora que prendió la luz en el pueblo. Para los vecinos de Apipé significó un salto cualitativo, como también lo es para muchos argentinos a los que con obras de infraestructura y equipamiento les estamos cambiando su calidad de vida. Existen sectores políticos que no han tomado conciencia de ello, y nos critican hablando de pobreza, y curiosamente a muchos de ellos les fastidia ver pobres.
Agua potable, luz eléctrica, cloacas, escuelas, centros asistenciales, transporte y sobre todo trabajo forman parte de los derechos humanos inalienables. No importa dónde están los argentinos, importa cómo están. Por eso nuestra política es de equidad territorial centrada en la persona.
Yo fui a Apipé a cumplir con una obligación de Estado y a dar una respuesta a una violación a los derechos humanos de argentinos, algunos de los cuales, como Ludmila, no sabían que lo eran. Ludmila, como otros chicos y chicas correntinos de Apipé, ahora van a estar conectados con la Argentina y el mundo y a hacer realidad su proyecto de vida.
Ahora hay luz eléctrica en la isla Apipé. La provee la Entidad Binacional. Ya hay más de 40 kilómetros de caminos rurales y se equiparon las escuelas, a una de las cuales concurre Ludmila. También tienen ahora un transporte fluvial gratuito para cruzar hasta la correntina Ituzaingo. Se dio apoyo a proyectos productivos para jóvenes y se brindó acceso a pensiones no contributivas y a la Asignación Universal por Hijo para la protección social. Se compraron 150.000 mil metros cuadrados de tierra para que las familias puedan construir y ser propietarias. Además se realizaron 41 perforaciones para pozos de agua. Se trabaja con distintas acciones sociales y de salud y está en formación una mutual de jóvenes y todavía falta mucho por hacer.
Sin embargo, aún conviven, al decir de los vecinos, algunas prácticas de quienes no honran sus cargos, se creen los patrones y pretenden alterar con averías el pago de una lancha que es gratuita, o el alquiler del tractor que es una donación y otras mezquindades que son denunciadas. Ello es parte del país que estamos dejando atrás desde 2003.
Conocer la realidad es avanzar sobre el contexto. Es plantearse la transformación para que las semillas germinen sin fertilizantes importados. La nueva cuestión social es inversión más desarrollo humano. Y sobre todo responsabilidad social gubernamental. Esto es un Estado Presente.
jueves, 5 de mayo de 2011
Eva Perón, una peronista fanática de su pueblo
Por Alicia Kirchner
Amada y odiada. Ensalzada y apostrofada. Política o asistencialista. No hubo medias tintas para monografiar a Eva Perón. Ni en vida, ni después de muerta. Fue casi salvajemente dogmática en su entrega al pueblo. A los pobres. A los descamisados. A los trabajadores. Y apasionadamente ligada a Juan Domingo Perón. Cuando la oligarquía de entonces se dio cuenta de la reacción del pueblo en las calles, llorando a esa humilde mujer, que encandiló en el mundo, mancillaron su cuerpo y lo desterraron. La reacción intentó por todos los medios que su figura se convirtiera en mito. Soliviantaba a las grandes mayorías cuando afirmaba tener “en el corazón un sentimiento fundamental: Mi indignación contra la injusticia”.
De Evita se dijeron muchas cosas y se seguirán diciendo. Porque como quedó graficado, es “eterna en el alma de su pueblo”. Entre ellas, que hacía beneficencia con los dineros del Estado. Siempre que se distribuyó, las minorías oligárquicas repitieron el mismo discurso. El sacerdote Hernán Benítez, su confesor, recordaba que “no era beneficencia; le llevaba remedios a un enfermo, pero además lo besaba sin importarle las llagas. Yo, pastor de Cristo, daba un paso atrás para no contagiarme y ella me reprendía: No venimos a traer remedios, padre. Venimos a dar solidaridad, afecto al compañero que sufre”.
Benítez recuerda también que “un día íbamos en el auto a la residencia cuando ella advirtió que en la puerta de un Banco una anciana lloraba. Hizo detener el auto y cuando se enteró que no le habían pagado la jubilación por una cuestión burocrática, entró con ella al Banco –y yo detrás, porque iba sin custodia– y dijo bien fuerte, en el medio del salón: ¿Quién fue el hijo de puta que le dijo a esta señora que viniera otro día?”
Por eso el pueblo entendió a Evita. La hizo partícipe de su esencia y respondió con amor, todo el amor que ella puso en una empresa ideológica y política, para nada neutra. Hay que salirse de la sensiblería. Porque Evita fue política. Abrazó una causa política parida por el movimiento nacional y popular. Nació de sus entrañas e hizo honor a su linaje. Nunca defeccionó cuando de defender los derechos humanos se trataba. No era una pose, eran sus convicciones. No estaba junto a los que menos tienen por beneficencia. Eso lo hacían las señoras que aliviaban sus conciencias en los confesionarios.
Por eso la odiaron tanto. No admitieron jamás su rebeldía ante las injusticias sufridas por el pueblo hasta 1945. Y cuando pensaron que como era mujer podían doblegarla, ella respondió reivindicando su género. Y lo expresaba abiertamente al señalar que “porque vi que la mujer no era tenida en cuenta, ni en lo material ni en lo espiritual y porque advertí que a mujer era una reserva moral y espiritual, me puse al lado de todas las mujeres de mi país para bregar con ellas denodadamente, no solo por nuestra reivindicación sino también por la de nuestros hogares, de nuestros hijos y de nuestros esposos”.
Cuando nada pudo desmoronar su recuerdo en lo más cercano de las familias argentinas, al decir de Norberto Galasso, “el liberalismo conservador y la izquierda abstracta se habían concertado para aceptar a Evita, no ya como compañera del General y puente entre éste y los trabajadores, sino reduciéndola al asistencialismo y aún más, convirtiéndola en la izquierda que se oponía a la supuesta tendencia derechista y pro fascista de su esposo.” Y añade que “el evitismo, cuando va dirigido a denigrar a Perón, es la etapa superior del gorilismo”.
Ella misma señalaba que “yo no puedo concebir al Justicialismo sin Perón, y por eso he declarado tantas veces que yo soy peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es la doctrina, en cambio el peronismo es Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo y que nos hace felices!”
Eva Perón se confesaba fanática, expresando que “daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados”.
Hace poco, la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, declaró que Eva Perón era “Mujer del Bicentenario”. El edificio del Ministerio de Desarrollo Social, que conduzco, y también es sede del Ministerio de Salud, tendrá en el futuro emplazado dos imágenes en su espacio aéreo, de María Eva Duarte de Perón. Un homenaje instalado en el mismo lugar en que el 22 de agosto de 1951, se produjera el histórico renunciamiento, al reclamo de los trabajadores para que integrara la fórmula junto con Perón.
Seguir la lucha de Eva Perón tiene como única opción al pueblo, a las mayorías nacionales y populares. De este Gobierno también se ha dicho que hacemos beneficencia. Qué hacemos populismo. Han convertido a esa opción popular en algo oscuro. Será porque cuando los gobernantes no resignan sus principios ante las corporaciones, se tornan ingobernables y por tanto enemigos para los intereses que los sustentan. Nada puede ser más importante para un gobernante que entregar todo de sí para lograr la felicidad de su pueblo y la grandeza de la Nación.
4 de mayo de 2011
Amada y odiada. Ensalzada y apostrofada. Política o asistencialista. No hubo medias tintas para monografiar a Eva Perón. Ni en vida, ni después de muerta. Fue casi salvajemente dogmática en su entrega al pueblo. A los pobres. A los descamisados. A los trabajadores. Y apasionadamente ligada a Juan Domingo Perón. Cuando la oligarquía de entonces se dio cuenta de la reacción del pueblo en las calles, llorando a esa humilde mujer, que encandiló en el mundo, mancillaron su cuerpo y lo desterraron. La reacción intentó por todos los medios que su figura se convirtiera en mito. Soliviantaba a las grandes mayorías cuando afirmaba tener “en el corazón un sentimiento fundamental: Mi indignación contra la injusticia”.
De Evita se dijeron muchas cosas y se seguirán diciendo. Porque como quedó graficado, es “eterna en el alma de su pueblo”. Entre ellas, que hacía beneficencia con los dineros del Estado. Siempre que se distribuyó, las minorías oligárquicas repitieron el mismo discurso. El sacerdote Hernán Benítez, su confesor, recordaba que “no era beneficencia; le llevaba remedios a un enfermo, pero además lo besaba sin importarle las llagas. Yo, pastor de Cristo, daba un paso atrás para no contagiarme y ella me reprendía: No venimos a traer remedios, padre. Venimos a dar solidaridad, afecto al compañero que sufre”.
Benítez recuerda también que “un día íbamos en el auto a la residencia cuando ella advirtió que en la puerta de un Banco una anciana lloraba. Hizo detener el auto y cuando se enteró que no le habían pagado la jubilación por una cuestión burocrática, entró con ella al Banco –y yo detrás, porque iba sin custodia– y dijo bien fuerte, en el medio del salón: ¿Quién fue el hijo de puta que le dijo a esta señora que viniera otro día?”
Por eso el pueblo entendió a Evita. La hizo partícipe de su esencia y respondió con amor, todo el amor que ella puso en una empresa ideológica y política, para nada neutra. Hay que salirse de la sensiblería. Porque Evita fue política. Abrazó una causa política parida por el movimiento nacional y popular. Nació de sus entrañas e hizo honor a su linaje. Nunca defeccionó cuando de defender los derechos humanos se trataba. No era una pose, eran sus convicciones. No estaba junto a los que menos tienen por beneficencia. Eso lo hacían las señoras que aliviaban sus conciencias en los confesionarios.
Por eso la odiaron tanto. No admitieron jamás su rebeldía ante las injusticias sufridas por el pueblo hasta 1945. Y cuando pensaron que como era mujer podían doblegarla, ella respondió reivindicando su género. Y lo expresaba abiertamente al señalar que “porque vi que la mujer no era tenida en cuenta, ni en lo material ni en lo espiritual y porque advertí que a mujer era una reserva moral y espiritual, me puse al lado de todas las mujeres de mi país para bregar con ellas denodadamente, no solo por nuestra reivindicación sino también por la de nuestros hogares, de nuestros hijos y de nuestros esposos”.
Cuando nada pudo desmoronar su recuerdo en lo más cercano de las familias argentinas, al decir de Norberto Galasso, “el liberalismo conservador y la izquierda abstracta se habían concertado para aceptar a Evita, no ya como compañera del General y puente entre éste y los trabajadores, sino reduciéndola al asistencialismo y aún más, convirtiéndola en la izquierda que se oponía a la supuesta tendencia derechista y pro fascista de su esposo.” Y añade que “el evitismo, cuando va dirigido a denigrar a Perón, es la etapa superior del gorilismo”.
Ella misma señalaba que “yo no puedo concebir al Justicialismo sin Perón, y por eso he declarado tantas veces que yo soy peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es la doctrina, en cambio el peronismo es Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo y que nos hace felices!”
Eva Perón se confesaba fanática, expresando que “daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados”.
Hace poco, la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, declaró que Eva Perón era “Mujer del Bicentenario”. El edificio del Ministerio de Desarrollo Social, que conduzco, y también es sede del Ministerio de Salud, tendrá en el futuro emplazado dos imágenes en su espacio aéreo, de María Eva Duarte de Perón. Un homenaje instalado en el mismo lugar en que el 22 de agosto de 1951, se produjera el histórico renunciamiento, al reclamo de los trabajadores para que integrara la fórmula junto con Perón.
Seguir la lucha de Eva Perón tiene como única opción al pueblo, a las mayorías nacionales y populares. De este Gobierno también se ha dicho que hacemos beneficencia. Qué hacemos populismo. Han convertido a esa opción popular en algo oscuro. Será porque cuando los gobernantes no resignan sus principios ante las corporaciones, se tornan ingobernables y por tanto enemigos para los intereses que los sustentan. Nada puede ser más importante para un gobernante que entregar todo de sí para lograr la felicidad de su pueblo y la grandeza de la Nación.
4 de mayo de 2011
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