Una vergüenza menos, una libertad más
En mayo de 1810, al calor de la crisis internacional generada por la competencia por el dominio del mundo entre Inglaterra y Francia (con España como actor secundario); apareció la ventana de oportunidad de conmover los cimientos del poder colonial español y coagular una alianza política (con diferentes sectores en su interior) que concretara un paso fundamental en la lucha por la emancipación.
Más de 200 años después, la crisis de dominación imperial y las nefastas consecuencias de las políticas neoliberales reavivaron la posibilidad de un nuevo ciclo de proyectos populares en Nuestra América.
En Argentina, se ligaron la ruptura del bloque económico neoliberal, la resistencia de las organizaciones que a partir de mediados de los 90 fue poniendo cada vez más palos en la rueda a las medidas antipopulares y la voluntad política transformadora de Nestor Kirchner. En el ciclo abierto 2001- 2003, después de mucho tiempo nuevamente volvimos a hablar de Soberanía política, independencia económica, justicia social e integración regional. Nuevamente pudimos sentirnos parte de una Nación, nuevamente volvimos de sentir el orgullo de tener Patria.
Pero todo esto, como decía el Gordo J. W. Cooke, ocurre en un “mundo que se nos ofrece como inacabado para que lo construyamos en medio de la contingencia y el riesgo”, sin garantías, en medio de la incertidumbre de correlaciones de fuerzas que no siempre podemos o sabemos conmover. Es decir, arrojados a la historia, al reino de los límites y las posibilidades.
Nos hemos ganado el derecho a ser protagonistas de este momento histórico. Muchos compañeros hoy no están para que esto haya sido posible. Nadie tiene derecho a alejarnos del compromiso que eso significa. Nadie puede arrogarse la pretensión de que dejemos de soñar y construir los ladrillos de una nueva emancipación.
Nos hemos ganado el derecho a ser protagonistas de este momento histórico. Muchos compañeros hoy no están para que esto haya sido posible. Nadie tiene derecho a alejarnos del compromiso que eso significa. Nadie puede arrogarse la pretensión de que dejemos de soñar y construir los ladrillos de una nueva emancipación.
Pesimismo de la razón y optimismo de la voluntad reclamó alguien desde las cárceles del fascismo. Si Mayo no significó la absoluta independencia pero si un jalón imprescindible en aquel largo camino; estos 10 años nos reencontraron con nuestra historia y con nuestras mejores experiencias. Con mucho esfuerzo fuimos capaces de, a día a día, tener “Una vergüenza menos y una libertad más”. Cada uno calibrará lo que esto significa tomando el abismo neoliberal desde el cual venimos.
Este 25 de mayo; participemos en la fiesta del nosotros. Celebremos todo lo que hemos construido, pero también las ganas de hacernos cargo de todo lo que falta. Celebremos la Patria, ya sabemos que nos quieren tristes porque los pueblos deprimidos no vencen. Por eso, reafirmemos colectivamente, con un compañero y compañera al lado, espalda con espalda, unos más entre miles; que venimos a combatir por el país alegremente. Viva la Patria!
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