Por Fabián Curotto
Cuando hablamos de condenar a los cómplices civiles de la última sangrienta dictadura de nuestro país (que fué cívico-militar por donde se la mire) algunos nos tratan como si fuesemos locos, o como a tipos de mirada anacrónica, pues para ellos todo "ya fué".
Primero, los crímenes de Lesa Humanidad nos prescriben, mal que a muchos les pese; y segundo, el "ya fué" no existe, el horror llega hasta nuestros dias, y de muchas maneras.
La desaparición de Julio Lopez, los nietos apropiados por la dictadura que aún siguen sin conocer su verdadera identidad por escamoteo de información y otros casos -como el que veremos a continuación- demuestran que parte de esa tenebrosa maquinaria sigue activa y debemos hacer algo al respecto, pues su refugio es la impunidad, de la que terminan siendo idiótas útiles -y por ende cómplices en cierto aspecto- los indolentes partidarios del "ya fué".
A veces sostienen la incosistencia de sus argumentos con la liviandad propia de sus juicios, reflejo de espíritus mas propensos al premeditado vértigo informativo -en donde una noticia atropella a la otra- que a un comprometido análisis de nuestra historia. Otras veces lo hacen a sabiendas de que es macabro lo que defienden.
Quizás al calor del actual momento histórico abracen al menos una dosis de compromiso los primeros y al menos un mínimo replanteo de sus posiciones los segundos, aunque ésto último sea mas dificil. Pero tengamos esa esperanza, esperanza que debemos sostener obrando siempre en consecuencia, aun sabiendo que el contexto mediático -mayoritariamente en manos de intereses contrarios a los del pueblo- no estará de nuestro lado en la tarea de concientizar a los que desde sus desdén o su ignorancia siguen siendo funcionales a los asesinos.
Sería bueno que todos los actores de la sociedad se hagan muy sinceramente la pregunta de qué lado están, en sus procederes y palabras, cuando se trata de Derechos Humanos y Terrorismo de Estado.
Los hechos:
Jujuy: Intento de secuestro al nieto de un querellante contra Ledesma *
El miércoles 16 de mayo fueron las vísperas de un evento histórico para la lucha por los derechos humanos en Jujuy, tal como es la posibilidad de hacer comparecer por primera vez en la justicia a los conductores del ingenio Ledesma cuando la dictadura, el entonces administrador, Lemos, y su aún dueño, Blaquier, por las represiones y desapariciones durante la última dictadura, cuyo capítulo más oscuro fue la tristemente célebre “noche del apagón” (en realidad una semana durante la cual al resguardo de cortes nocturnos de la luz suministrada por Ledesma desaparecieron a cerca de 400 personas con el apoyo de vehículos de la misma empresa y entre ellos trabajadores de la misma).
También fue la antesala de un día que significaba un pequeño gran avance en la investigación sobre la patronal ideóloga de la última dictadura militar.
Pero para Hugo Condorí, más conocido como “El Coya” Condorí, ex-sindicalista de Ledesma, ex-preso político, testigo en las causas (muchas unificadas merced a la lucha popular) por la desaparición de Luis Aredez, Jorge Weisz, Carlos Patrignani y Crescencio Vargas, así como querellante en una de las causas de Ledesma, para el Coya el día tuvo un curioso aditamento.
Sugestivamente en la víspera de este día clave el nieto del Coya Condorí, de 8 años, sufrió un intento de secuestro a la salida de su colegio, al promediar las 5 de la tarde. Por un hecho fortuito el aún ignoto secuestrador, que tomó al niño por detrás y echó a correr, tropezó en un pequeño desnivel y cayó al suelo permitiendo al niño escapar de sus designios.
Este sugerente modo de operación parece transformarse en un modus operandi si sumamos a este hecho que hace unos años, al finalizar el coya su participación en un documental sobre la historia de la lucha por los derechos humanos en Jujuy, llamado “Nadie Olvida Nada”, fue una hija suya quien sufrió también un intento de secuestro.
* Fragmento informativo del Colectivo Radio Pueblo
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