miércoles, 14 de octubre de 2015

Es la Humanidad, estúpido

-Por Fabián Curotto-

La hipocresía es una de las cosas mas perniciosas que uno pueda encontrar, pues distorsiona los elementos que uno tiene para atacar la causa de cualquier mal. Cuando notamos que un vecino que se define como progresista y humanista, al mismo tiempo piensa y actúa en consecuencia -sin la tan frecuente necesidad de generar artificios que lo muestren ante los demás como integrante de "una especie superior"- uno siente la satisfacción de encontrarse frente a un sujeto que ha elegido ser coherente, o al menos que intenta serlo desde un lugar sincero.

Lo que acabo de expresar, al releerlo, no es el mejor comienzo para una columna de opinión o una editorial. Me parece una generalidad o un titubeo, así que voy a desarrollar un poco mas la idea.

Durante este 2015 hemos oído personas que parecían indignarse al ver como sufrían, y muchas veces morían, miles de desplazados que intentaban entrar a países europeos buscando un futuro. Varios percibíamos esa realidad como un boomerang -un búmeran- volviendo. Veíamos que aquellos países que habían generado colonialismo, o avalado saqueos e injerencias imperialistas, estaban recibiendo la cosecha de sus agresiones pasadas para con tantas naciones. El famoso dicho "quien siembra vientos, cosechará tempestades".
Mencioné que veía personas que "parecían indignarse", pero ya no creo en que todos se indignen o se preocupen sinceramente. Si alguien lagrimea al ver esa foto del niño sirio muerto en una playa europea pero a los pocos minutos torna a considerar normales las prácticas imperialistas, o tolerable tanto al capitalismo salvaje como a sus reglas de juego tal cual se siguen planteando, yo no creo en esas lágrimas y señalo hipocresía.

Hace unas semanas en el portal de Inversor Global apareció una nota que ponderaba una atrocidad. La misma se titulaba: "El argentino que revoluciona Wall Street – Se pueden ganar 10 mil dólares en 5 minutos”. 
Al leer la nota, como era previsible viniendo del sitio que venía, se evaluaba positivamente al tal Diego Martínez Burzaco, operador del "milagro".
Pregunto, de corazón lo pregunto ¿no les nace la certeza, o al menos la sensación, de que algo está muy mal con esa noticia? Diez mil dólares en cinco minutos, sin producir, sin haber generado puestos de trabajo. Ya sé, las reglas del mercado actual, me dirán. 
No pasa por creer o no en este sistema, pasa por el lado de que las cosas no pueden seguir así de ninguna manera. No pueden seguir porque está mal, y porque ya hemos traspasado el límite de lo tolerable. Claro, los insensibles tienen un nivel de tolerancia ante la injusticia social que recuerda -y no casualmente- al de los genocidas. Algunos no solo toleran las injusticias; también las disfrutan. Un esquema que concentra demasiada riqueza en poquísimas manos se diseña excluyendo deliberadamente a miles de millones. El genocidio económico también es genocidio.

Urge replantear al capitalismo en estos tiempos, ir hacia un capitalismo mas humano, mas inclusivo. Y algunos dirán que hay que ir directamente hacia otro sistema. No lo sé, puede ser. Pero lo que en lo particular me niego a hacer es a naturalizar algunas cuestiones. Aquí en la argentina, no refiriéndome a lo financiero sino a lo económico, por decisión política se ha elegido ir -desde 2003 hasta ahora- en un sentido de redistribución de la riqueza. Se ha contrariado aquella falsa consigna liberal que hablaba de un mercado que derramaría sus "beneficios extraordinarios" hacia los que estaban debajo de la mesa en la cual se servía el banquete. Lo vivimos, ni las sobras de aquel banquete caían para los que estaban por el suelo. La idea fue poner suficientes sillas para que todos pudieran ver lo que había sobre el mantel. Faltan platos para algunos todavía, no nos olvidamos. Pero se ha humanizado la cosa, se han tomado medidas para emparejar las posibilidades de acceso al pan.

Hago un paréntesis para recomendar una muy buena película chilena llamada "No", que rescata principalmente las acciones publicitarias en torno al plebiscito que terminó quitándole bastante poder al dictador Pinochet (bastante, no todo). En los primeros minutos del filme un personaje, defendiendo el modelo económico que en ese momento impulsaba el genocida chileno, decía lo siguiente: "un sistema en el que cualquiera puede volverse rico. Ojo, no todos, cualquiera. No se puede perder cuando todos apuestan a ser ese cualquiera". Notarán que en la idea aparece claramente el individualismo, ni remotamente un atisbo de solidaridad o de algo similar.

Ahora bien, para reformular algunas cuestiones, o profundizar buenas medidas, hacen falta actores políticos, ciudadanos cada vez mas concientes de qué cosas suelen ponerse en juego cuando un liberal o un neoliberal abre la boca para marcar un posible rumbo. Necesitamos si o si un Pueblo empoderado y movilizado, para defender sus derechos y profundizar sus conquistas. Y en ese sentido nos encontramos con algunos límites que debemos superar.

Desde la crisis internacional de 2008 -provocada por "héroes" del talante del infeliz que propone ganar miles de dólares en pocos minutos- en Argentina se ha fortalecido el mercado interno, lo que felizmente permitió que haya mayor actividad económica de la que se esperaba. Medidas muy oportunas como la restricción de importaciones, la sustitución de las mismas con el sello Industria Argentina, el respaldo a modos cooperativos de organización productiva, la AUH que con justicia identificó a familias que necesitaban aparecer de una buena vez en el campo visual de nuestro Estado. Un mercado interno que nos alegra, pero mercado al fin. Todo mercado lo que tiende a generar, naturalmente, es consumidores, no revolucionarios. Y aparece entonces nuestro rol social. Si no queremos caer en ser simples generadores de consumidores tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para que esos sectores incorporados al consumo de bienes sean a la vez incorporados a la política. Tal vez no como militantes activos, pero si como ciudadanos que lleguen a integrar una Comunidad Organizada que reconozca que no todo es lo mismo. Que para la industria nacional no es lo mismo importaciones sin restricciones que priorización de lo que se produzca en nuestras fábricas. Que no es lo mismo exportaciones ilimitadas de trigo que un Estado interviniendo para que primero se cubra la demanda interna de harina. Me parece que estoy hablando, básicamente, de Formación. 

Además de lograr derechos hay que facilitar el acceso de cada argentino a la herramienta que le permita defender y consolidar ese derecho, sea el derecho que sea. Y esa herramienta tiene que ver con la información, la formación y una participación popular lo mas activa posible.

Hace unos meses leí una biografía sobre el Pepe Mujca. Se señalaba en ella algo que no debe escapar a un análisis. Sabemos que Mujica es un crítico del consumismo bobo, alguien que señala que esta sociedad de consumo que incita a consumir mas y mas cosas no lleva a un buen destino. El consumismo logra fácilmente que algunos pierdan de vista qué bienes y servicios son prioritarios para vivir, y cuales son de carácter secundario, cuales prescindibles, agregando que no es difícil identificar a algunos consumos como directamente absurdos . Pues bien, durante la presidencia de Mujica el consumo en Uruguay creció notablemente. Resulta al parecer contradictorio, pero la pregunta que me hago es ¿esto está mal? En lo particular creo que puede no estar mal, pero puede estarlo sin un señalamiento de prioridades humanas y hasta planetarias, considerando sustentabilidades. Nuestro futuro necesita sujetos políticos para avanzar hacia algo mejor, no meros consumidores. Cierro el párrafo festejando nuevamente las medidas de incentivo al crecimiento del mercado interno, esperando que se lo siga incentivando, pero esperando a la vez que no perdamos de vista que de alguna manera debemos fortalecer un creciente espíritu humanista y solidario entre los argentinos, no sólo un creciente afán consumidor.

Señalo estas "cositas" pues muchos consideramos que necesitan atenderse dentro de un sistema que, en lo global, el 1% más rico posee el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debe repartirse el 52%. Esto a mi me acerca respuestas del por qué ocurren tantas injusticias a cada momento, como aquella sintetizada en la dolorosa foto del niño sirio muerto en una playa. Mientras señalo esto algunos no consideran despreciable que un economista sea destacado por proponer a cualquier vago y/o especulador la injusticia de poder ganar "10 mil dólares en 5 minutos”. 


(la del siguiente enlace es la nota a la cual hago referencia)
El argentino que revoluciona Wall Street “Se pueden ganar 10 mil dólares en 5 minutos”









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