Por Alicia Kirchner
Entre muchos de los saberes que nos enseñaron las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, está el tener memoria y no olvidar nuestro pasado; también nos enseñaron cómo hacer para transformar el dolor en amor y solidaridad. Enseñanzas que superan nuestras fronteras nacionales, y penetran en países hermanos. La imagen de la Presidenta Brasileña, Dilma Rousseff, en el balcón de la Casa Rosada acompañada por nuestra Presidenta y nuestras Madres y Abuelas, muestra a las claras cuáles serán para la región los valores sobre los cuales se profundizara nuestra democracia.
Quizás lo anecdótico, de la presencia de la presidenta brasileña en el balcón de la Rosada, es que sale a conocer el “balcón de Evita y Perón”, pero también a observar un regalo al pueblo Brasilero por parte de las Madres de Plaza de Mayo, un presente que sintetiza la materialización del amor y la solidaridad hacia los otros, una vivienda familiar.
El construir para otros es un acto de solidaridad en si mismo. Expresa uno de los componentes centrales de este modelo de país de desarrollo con inclusión social. Marca claramente nuestro rumbo, y nos devuelve un rasgo identitario absolutamente distinto al modelo neoliberal. Este Gobierno Nacional se enmarcó desde el año 2003 en una política de reparación y restitución de derechos humanos y sociales; uno de ellos, el derecho una vivienda digna.
El modelo neoliberal de los años ‘90, agravó los problemas habitacionales por varias razones: aumento del desempleo y la precarización del trabajo que acrecentó la población en las villas y los asentamientos. Se encarecieron los servicios básicos a raíz de la privatización de las empresas, aumento de la especulación financiera en el sector de la construcción y encarecimiento de los materiales para la construcción Se complejizó también el acceso a fuentes de financiamiento crediticio acordes a los ingresos de los trabajadores.
En esa Argentina de fin de siglo existió, incluso, un crecimiento económico y hasta un boom inmobiliario. Pero se trataba de una construcción destinada a unos pocos: los sectores más beneficiados se separaban del resto de los habitantes, refugiándose en torres exclusivas o llevando a sus familias a territorios que no incluía a aquellos a los que el modelo estaba excluyendo y expulsando. Así, el sueño de la “comunidad organizada” dejaba de tener lugar en la Argentina.
La contracara de esa construcción para pocos, era lo poco que construía el Estado. En los diez años que gobernó Menem, se entregaron 390 mil viviendas, y durante el paso de De la Rúa, apenas 74 mil. El sindicato de la construcción, que hoy llega a casi 500.000 afiliados, llegó a tener en el 2002 menos de 70.000.
Desde 2003 el Estado pone a la vivienda en el centro de las políticas públicas incidiendo activamente en programas que permitan el acceso a una vivienda digna. El fortalecimiento del Movimiento Obrero Organizado, posibilitó también afianzar junto a los sindicatos y el gobierno una política crediticia que permitió y permitirá el cumplimiento de un Plan para los trabajadores organidos para acceder a su primera vivienda. El ejemplo fueron las unidades habitacionales inauguradas el 7 de febrero por la Presidenta en Villa del Parque, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Hasta hoy, el gobierno nacional está brindando más de 800.000 soluciones habitacionales (que contempla viviendas nuevas y refacciones o ampliaciones de las ya existentes). Este esfuerzo del Estado nacional estuvo acompañado de muy distintas formas por los gobiernos locales. Mientras que en Chaco y Jujuy (provincias históricamente relegadas, con presupuestos muy acotados) se construyeron 14 y 12 mil casas respectivamente, la rica y próspera Ciudad Autónoma de Buenos Aires, apenas logró hacer 4220 viviendas.
Si profundizamos la mirada en las políticas públicas del actual gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, visualizamos la desarticulación de las políticas habitacionales, subejecución del presupuesto en materia de vivienda (en 2009 sólo se utilizó el 45% del monto total y en 2010 se utilizó el 18% por ciento del total), sumado a estrategias de expulsión y desalojos. Según datos de la Defensoría del Pueblo de Ciudad de Buenos Aires, durante el año 2009 se efectuaron alrededor de 444 desalojos, sin resolver la situación de las personas que quedaban sin un lugar donde vivir.
Como gobierno entendemos que la política habitacional es parte de un proyecto nacional.
Ayer la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró, junto a las Madres de Plaza de Mayo, el complejo Padre Mugica, en Villa Lugano. En el marco del Plan Federal de Vivienda y del programa “Sueños Compartidos”, más de 300 nuevas familias tienen desde hoy una casa digna. En poco tiempo se le sumarán 480 más. Este complejo habitacional es parte de una filosofía que une la construcción con el trabajo digno: 800 mujeres y hombres, que antes engrosaban las filas de desocupados, cuentan ahora con un salario, derechos laborales, con obra social. Además el Ministerio de Desarrollo Social, aporta los recursos para los comedores de los trabajadores de estas obras, integrando así la política social a la política de vivienda y de empleo.
La vivienda ya no se relaciona con un boom inmobiliario pasajero para el disfrute de un solo sector. Se trata, como dijo la presidenta, de “construir para otros”.
Por más educación, por más trabajo, por más viviendas, seguimos subiendo en inclusión social y calidad de vida, junto a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
viernes, 11 de febrero de 2011
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