Por Alicia Kirchner
La utilización de encuestas e informes realizados por consultoras privadas son una herramienta muy importante en el campo de las ciencias sociales, pero también pueden convertirse en un insumo manipulado con distintas intencionalidades.
Nuestro país vive una verdadera transformación en su desarrollo industrial y productivo, un crecimiento interno y externo reconocido internacionalmente, una vuelta al trabajo en todos los sectores de nuestra sociedad, con una recuperación y restitución de derechos que los sostenedores del credo neoliberal en la década del 90’ nos habían conculcado. Volvimos ha discutir los derechos de la personas y no los de los consumidores. Pero quienes han perdido sus privilegios pretenden minimizar los logros alcanzados con el esfuerzo de todo el pueblo Argentino.
Frecuente es leer titulares catástrofe de los principales medios monopólicos de comunicación donde se toma como dato indiscutible los estudios realizados por consultoras privadas que luego no se condicen con la realidad. Así observamos como distorsionan indicadores relacionados con la variación del índice del nivel general de precios mayorista y minorista, con la estimación del ajuste por la fórmula de la movilidad jubilatoria, con la evolución del producto bruto interno (PBI), la inversión y el consumo, la tasa de desempleo y pobreza, como también con los pronósticos de hipotéticos escenarios como ser el supuesto quiebre del ANSES luego de la estatización de los recursos de los trabajadores, el “aislamiento internacional” que ocurriría producto de la renegociación de la deuda externa entre otras variables, las cuales posteriormente resultaron muy alejados de los pronósticos alarmistas.
La pregunta que uno debe hacerse es por qué estas empresas y “especialistas” siguen teniendo demanda cuando sus conclusiones fueron tan erradas. ¿Por qué el mercado no los castiga dejando de solicitar sus servicios? ¿Por qué los medios monopólicos siguen consultando estas fuentes? La respuesta está a la vista; los demandantes no están detrás de la calidad de la información, sino de la falsa legitimización de una realidad virtual a construir, que ponga palos en la rueda a la profundización del proyecto Nacional y Popular.
En la batalla por recuperar el rol del Estado como garante del bienestar general en los temas centrales de nuestra sociedad, es importante transparentar los mecanismos que desde el sector privado se prestan desde la aparente certeza técnica y “objetividad” a la operación mediática con el único fin de manipular la opinión pública.
Como es reconocido por las mismas consultoras privadas y aún por el Fondo Monetario Internacional (FMI), es el Estado y su capacidad quién puede elaborar estadísticas con sentido federal y profundo. Difícilmente una empresa privada podría consolidar la información detallada de universos complejos y de gran amplitud. Tampoco es fácil de igualar el tamaño de la muestra realizada por el organismo público. Ignorar estos elementos es construir información con fuentes parcializadas y recortada con una clara intencionalidad política y también económica.
La metodología utilizada para construir un indicador es algo por demás importante para establecer su confiabilidad. Por ello es que la Secretaría de Comercio Interior, en pleno acto de sus atribuciones, quiere conocer entre otras cosas si la medición de precios privada fue calculado con una muestra representativa para la escala nacional. Saber cómo miden los índices las consultoras tiene un alto grado de reivindicación de la verdad. Por el contrario no saber cómo se llega a esta información esconde intencionalidad y manipulación.
Ante esto y ante la necesidad de desandar los caminos poco transparentes de la Argentina virtual construida con dudosas encuestas, el mejor respaldo que una consultora puede tener es informar sus procesos y metodologías de investigación. Porque ya no se dudará de esos informes, o porque simplemente se pondrá límites al uso y manipulación de sus resultados y quiénes contraten esas mediciones deberán saber que ya no hay espacio para la mentira.
Hay también una sociedad más crítica que se anima como nunca a expresar sus opiniones, a disentir y acompañar, que empieza a exigir información veraz, una sociedad cada vez más madura que reconoce los alcances de las políticas públicas y sus deudas. Deudas acumuladas por décadas que este modelo de país está saldando, con más inclusión, generando dignidad y exigiendo a todos la responsabilidad que nos toca.
Debemos tomar conciencia que las falsas noticias generan expectativas negativas a través de la publicación de pronósticos poco serios. El agravante es que las consecuencias no son obstáculos para el gobierno, sino para el país. Parece que a sectores de la oposición política y mediática poco les importa incurrir en tal daño.
Las propuestas que se escuchan de parte del arco político obstructor son poco claras. Sería interesante que ciertos sectores transparenten sus verdaderas intenciones. Desacelerar el proceso de desarrollo económico con inclusión social es su verdadera intención, situación que los argentinos ya sabemos conduce al aumento del desempleo y a la la inestabilidad social y económica para las mayorías.
Justamente, lo que estamos viviendo en estos momentos es la puja entre dos modelos de países, dos proyectos antagónicos. Uno que ya demostró su fracaso una y otra vez, y sin embargo, moribundo sigue insistiendo en beneficiar a unos pocos privilegiados. En el otro extremo está la Argentina actual que reivindica y trabaja por el bienestar para todos los argentinos.
viernes, 25 de febrero de 2011
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